miércoles, 9 de diciembre de 2009
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miércoles, 7 de octubre de 2009
El principio de algo...creo...
Tendré que soportar mis dejavús y mis mareos, las voces y los flashes y demás tormentos tanto diurnos como oníricos que no me dejan vivir desde hace tanto tiempo.
lunes, 2 de marzo de 2009
365días...
Las luces de casa estaban apagadas, todo desprendía una paz intranquila. Se acercó a la bañera y rozó el agua con los dedos. Estaba caliente, como a ella le gustaba. El repiqueteo de la lluvia le sonaba a melodía descompasada, pero le relajaba más que cualquier canción. Llevaba su camisa puesta, no pensaba quitársela. Encendió unas velas y se metió en la bañera.
Hacía exactamente 365 días que estaba sola. Mientras el agua caliente le reconfortaba un poco el alma su mente se llenaba de todos los acontecimientos que, en esos 365 días había sacudido su vida.
Cómo aquella persona con la que compartías el inicio de una vida en conjunto se había ido, sencillamente y sin explicación, te había abandonado sin dar justificación alguna. Se despidió el último día con un “te quiero” y se marchó para no volver jamás. No sabe dónde está, si le espera entre las nubes o sencillamente ha desaparecido, sólo sabe que está sola, que se siente muy sola y que está sumida en una especie de drama que no sabe cuánto le queda para terminar.
Poco a poco, fue hundiendo su cuerpo entre el agua hasta que se convirtió en una especie de feto ataviado con una camisa masculina. Intentó despejar la mente y dormirse, como fuera, estuvo más de un minuto debajo del agua hasta que ésa esperanza que a él le falto le hizo retornar a la superficie. Tenía demasiadas cosas que hacer y demasiada gente importante como para dejarla allí, en aquel valle de tinieblas.
Se quedó en la bañera, rodeada de velas y de lágrimas, preguntándose aún, tras 365 días de angustia interminable, por qué tenía que estar sufriendo.
martes, 17 de febrero de 2009
Golpes
viernes, 30 de enero de 2009
Dicen que una de las enfermedades más nefastas que existen en el mundo es el corazón roto. Las heridas causadas no se ven, pero el dolor que conlleva es algo difícil de sobrellevar durante el paso de los años.
La mejor manera de curarse es recoger los pedacitos que se han esparcido al compás del viento, es el momento en el que se ha de asumir lo sucedido y recomponer los gajos de vida de los que te han despojado.
Lo peor llega cuando te das cuenta de que en el momento de ajustar los trocitos te falta uno, es entonces cuando reaccionas y asimilas que esa historia aun no ha terminado y que aquél que una vez te rompió el corazón a pedazos, se ha llevado una pequeña parte consigo que le pertenecerá para siempre.
Imagen: Las bailarinas azules (Degas)
Saludos
sábado, 24 de enero de 2009
aloha!
Saludos